Cada vez más las investigaciones
demuestran que nuestra alimentación durante la vida adulta, la infancia e
incluso durante la gestión del embarazo, puede influir en cómo se expresan
nuestros genes sin introducir mutaciones.
Eso es la epigenética: los cambios REVERSIBLES en el ADN y las proteínas que se unen a él y que hacen que unos genes se expresen o no en función de factores externos, como la DIETA.
Eso es la epigenética: los cambios REVERSIBLES en el ADN y las proteínas que se unen a él y que hacen que unos genes se expresen o no en función de factores externos, como la DIETA.
¿Qué quiere decir esto? Si nuestra
dieta expresa suficientes cambios epigenéticos POSITIVOS, aunque un individuo
esté genéticamente predispuesto a desarrollar una enfermedad, esta se podría EVITAR
O ATENUAR…es maravilloso ¿a que sí?
Es decir, la mala o buena nutrición permanente puede cambiar nuestro ADN, es nuestra decisión cómo queremos que se expresen nuestros genes.
Y ¿cuáles son esos alimentos
epigenéticos? nada del otro mundo, aunque sí alimentos que deben estar en
nuestra alimentación habitual y son fáciles de conseguir, por ejemplo:
Espinacas; acelgas; coles
(repollitos) de Bruselas; coliflor; brócoli; ajo; cebolla; puerro (ajo porro);
setas y champiñones; garbanzos; cúrcuma;
jengibre; té verde y frutos rojos entre otros.
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