Nuestra dieta actual, la del siglo XXI, está elaborada en su mayoría a base soya, maíz y trigo aún cuando realmente no los veamos en nuestros platos.
Quizás quieras comer una ración de carne enlatada, un plato de sopa listo para calentar en el microondas o un “sencillo” vaso de zumo/jugo enlatado o en tetrabrick…alimentos que, en principio, no van a matar a nadie no? Pues bien esos alimentos, muchas veces, contienen aditivos como proteína hidrolizada de soya, aceite de maíz parcialmente hidrogenado, harina refinada de trigo o algún tipo de azúcar escondida.
La idea no es ser extremistas y obsesivos con todo lo que va a entrar a nuestra boca; sin embargo todos esos ingredientes y alimentos procesados provienen de fábricas, no están en la naturaleza… ¿qué quiere decir esto? Que la industria los añade para abaratar el precio de elaboración a costa de nuestra salud porque a la larga, tendrá un efecto en nuestro organismo.
Además, ese tipo de comida juega un papel muy importante en nuestro cerebro, ya que funciona como una especie de droga biológica…o cuando comes una galleta de chocolate con crema, ¿sólo te comes UNA? No lo creo, porque a mí no me pasa!
Resulta que cuando vemos, olemos y comemos este tipo de comida la corteza orbitofrontal de nuestro cerebro (una parte del cerebro que está adelante y se relaciona con el procesamiento cognitivo de la toma de decisiones), donde residen nuestro el centro de motivación y recompensa, libera dopamina, un neuroquímico asociado con el placer y cuanto más se libera, más resistentes a la dopamina nos volvemos ¿qué quiere decir? Que necesitamos comer más ese tipo de alimento para obtener mayor placer hasta que se vuelve un círculo vicioso.
Una estrategia para mejorar el hambre es comer suficientes proteínas en cada comida, de manera tal que estemos satisfechos más tiempo y practicar ejercicio que libera dopamina de manera natural no inducida como hace esas comidas procesadas.
Por supuesto, mientras menos procesados comas mucho mejor! la comida de verdad no lleva etiquetas ;)
Quizás quieras comer una ración de carne enlatada, un plato de sopa listo para calentar en el microondas o un “sencillo” vaso de zumo/jugo enlatado o en tetrabrick…alimentos que, en principio, no van a matar a nadie no? Pues bien esos alimentos, muchas veces, contienen aditivos como proteína hidrolizada de soya, aceite de maíz parcialmente hidrogenado, harina refinada de trigo o algún tipo de azúcar escondida.
La idea no es ser extremistas y obsesivos con todo lo que va a entrar a nuestra boca; sin embargo todos esos ingredientes y alimentos procesados provienen de fábricas, no están en la naturaleza… ¿qué quiere decir esto? Que la industria los añade para abaratar el precio de elaboración a costa de nuestra salud porque a la larga, tendrá un efecto en nuestro organismo.
Además, ese tipo de comida juega un papel muy importante en nuestro cerebro, ya que funciona como una especie de droga biológica…o cuando comes una galleta de chocolate con crema, ¿sólo te comes UNA? No lo creo, porque a mí no me pasa!
Resulta que cuando vemos, olemos y comemos este tipo de comida la corteza orbitofrontal de nuestro cerebro (una parte del cerebro que está adelante y se relaciona con el procesamiento cognitivo de la toma de decisiones), donde residen nuestro el centro de motivación y recompensa, libera dopamina, un neuroquímico asociado con el placer y cuanto más se libera, más resistentes a la dopamina nos volvemos ¿qué quiere decir? Que necesitamos comer más ese tipo de alimento para obtener mayor placer hasta que se vuelve un círculo vicioso.
Una estrategia para mejorar el hambre es comer suficientes proteínas en cada comida, de manera tal que estemos satisfechos más tiempo y practicar ejercicio que libera dopamina de manera natural no inducida como hace esas comidas procesadas.
Por supuesto, mientras menos procesados comas mucho mejor! la comida de verdad no lleva etiquetas ;)
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