Por mucho que se diga
que la sal es peligrosa, tu
cuerpo necesita sodio porque el peligro real está en el desequilibrio de la
relación sodio potasio.
El sodio es un
electrolito extracelular y el potasio intracelular y nuestro cerebro dedica
mucho empeño en mantener su equilibrio.
En la antigüedad, el
potasio era un mineral abundante en muchos alimentos, mientras que el sodio era
escaso, por eso cuando lo ingerimos nuestro cerebro nos recompensa y motiva a
buscar alimentos ricos en sodio para mantener el equilibrio.
Claro, todo el mundo
asocia sodio riesgo cardiovascular, sin embargo en sociedades ancestrales que
aún existen, como los Yanomami en Venezuela, no hay casos de hipertensión ni
enfermedad cardiovascular o en poblaciones, como los Kuna de Panamá, que a
pesar de tomar cantidades muy por encima de las recomendaciones actuales no
tenían signos de hipertensión, incluso entre aquellos de edad avanzada.
Limitar el sodio reduce ligeramente la tensión, aunque no en
todos los casos, aunque también puede perjudicar otros indicadores como los
triglicéridos o la resistencia a la insulina.
La actual recomendación es 5gr (1 cucharadita al día) y
aunque pienses que quizás estás añadiendo mucha sal a tus comidas, la cantidad
que usas no se compara con la que viene escondida en los productos procesados
del supermercado que aporta ¡72% de nuestra ingesta de sodio!.
Un exceso de sodio es perjudicial, como un exceso de
cualquier otra cosa, pero las recomendaciones actuales son excesivamente pequeñas.
Los únicos que deberían considerar reducir la sal son las personas con
problemas renales en riesgo de osteoporosis.
La mejor recomendación es leer bien las etiquetas para ver la
cantidad de sodio y comer menos procesados
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